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Un viaje en altamar con Moby Dick

Publicado: 2016-06-05

Tenía siete años cuando mi padre me leyó Moby Dick. Recuerdo que lo hacía de la manera más asombrosa, cada línea de la novela era representada por sus gestos faciales, corporales, con sus altos y bajos en cada tono de su voz. Aquella noche no pude dormir, él nunca se enteró que en mí provocó tal adrenalina que no me dejó conciliar el sueño. Tenía metida en la cabeza la voz de Ishmael, narrando la travesía por la que atravesaría El Pequod. Imaginaba ver al capitán Ahab con su pierna de madera en su carrera enloquecida por atrapar a la ballena blanca. Quería comprender a esa edad, qué sintió en el momento en que la ballena le arrebató la pierna. Toda mi imaginación impregnada por ese relato épico que realizó mi padre horas antes de dormir y que por supuesto, me la pasé en somnolencia.   

El que este clásico de la literatura, escrito por el norteamericano Herman Melville, me haya producido tan grande emoción a tan temprana edad debe haber influido en mi vocación por las letras. En cuanto al destino de Moby Dick nunca dejó de apasionarme: ávidamente leí la novela cuando era adolescente y vi la película años más tarde.

Por ello, cuando me enteré que Jorge ‘Coco’ Chiarella presentaba Moby Dick, adaptado para el lenguaje teatral por Mateo Chiarella, acudí emocionada para reencontrarme con ese viejo drama en el que la pasión obsesiva de un hombre y el instinto de una bestia construyen una gran historia. Pero, cabe advertir, que asistí con cierta ansiedad, temía que la puesta en escena no estuviera a la par con mis recuerdos.

Cuando ingresé al Teatro Ricardo Blume me impresionó su diseño vanguardista, con butacas alrededor del escenario, que nos hace sentir ser parte de la obra e integrarnos a los episodios que van transcurriendo en el Pequod. Allí estaba ‘Coco’ Chiarella, en primera fila, atento a las vicisitudes del evento, amable con las amistades.

el elenco

La actuación empezó y desde el comienzo sus once actores fueron desarrollando una excelente actuación coral que tuvo la magia de hacernos sentir en medio del mar enfurecido, izando y bajando las velas, luchando con las tormentas, inmersos en el mundo de los marineros. Sentirnos contagiados de los conflictos de la tripulación, al mando del Capitán Ahab y su infatigable obsesión por cazar y dominar a ese gran cachalote blanco que había devorado una de sus piernas y que se paseaba indómito por los mares tormentosos.

Mis temores de que esta historia perdiera su fuerza expresiva en el teatro, se disiparon. A ello contribuyeron la excelente puesta en escena, el notable guión, los efectos especiales y la gran actuación de David García Coll, como el testarudo y temerario Capitán Ahab; y las de Jorge Armas Ghers, Janncarlo Torres, Santiago Suárez, Sergio García-Blasquez, Adelaida Mañuico y de Kareem Pizarro, un talentoso niño que interpreta al grumete Negrito Pip.

En fin, asistí y salí emocionada de esta escenificación teatral cargada de ánimos intensos y simbolismos que Jorge Chiarella lo explica de este modo: “Esta obra es bastante plural, efectivamente el aspecto humano es fundamental. El teatro lo que hace es mostrar el comportamiento humano. Sin embargo, creo la obra plantea símbolos como la ballena, la actitud del Ahab, y en la literatura hay toda una serie de versiones sobre el significado que le dan a la obra. Pero para mí, la ballena representa la naturaleza; Ahab, las corporaciones encargadas de lucrar con el planeta y la naturaleza. En esa época no había petróleo y todas las lámparas se encendían con aceite de ballena. Entonces, la industria ballenera, es como decir, hoy la industria del petróleo, comenzaron arrasar con todas las ballenas. Y obviamente, investigando, la ballena es una animal que vive alrededor de 60 años, tiene muy buena memoria y es muy pacífica. Nunca ataca nadie, pero cuando le cae un arpón se acuerda para toda su vida. Y llega el momento en que la naturaleza responde a la agresión del ser humano. Acá en el Perú, tenemos esos problemas, como la minería ilegal, la contaminación del mar, la tala de árboles, así que creímos que esta obra no solo agarra la parte humana, sino nos toca también como país.”

Vayan y disfruten esta puesta en escena de Moby Dick, este lunes 6 de junio, y les aseguro que lo harán con la impresión de haberse embarcado en el Pequod en su última aventura.

Gracias Jorge Chiarella, reviviste mis recuerdos de infancia al lado de mi padre.

jorge chiarella y la autora de la nota


Nota: Teatro Ricardo Blume (Huiracocha 2160, Jesús María, entre 3 y 4 de Gregorio Escobedo). Entradas en el Teleticket y en la boletería del Teatro


Escrito por

Tania Temoche

Periodista. Egresada de la Maestría Escritura Creativa. Ha publicado poesía, artículos y entrevistas literarias.


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