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Winston Orrillo; el orfebre de la palabra

"Soy un izquierdista convicto y confeso y mantengo mi simpatía al Partido de Mariátegui, Vallejo, Neruda y Guillén".

Publicado: 2015-09-02

Winston Orrillo (Lima, 1941); escritor conspicuo y prolífico de la generación del sesenta, celebra los 50 años de la publicación del poemario que titulara “Travesía tenaz” (Lima, 1965) con el que ganó -junto con Manuel Ibáñez Rosazza-  el II Concurso “El Poeta Joven del Perú”. Dos años después obtiene el Premio Nacional de Cultura.

El literato, docente y periodista ha publicado una veintena de poemarios, tres libros de cuentos y decenas de libros de ensayos, dedicados al pensamiento de Mariátegui y Martí. Sus obras han sido traducidas al inglés, francés, italiano, alemán, rumano, búlgaro, ruso y coreano.

De verso ágil, pulcro y rítmico, no deja de llamar la atención de sus lectores la minuciosidad y el cuidado que ofrece en cada entrega. La amplitud de su lenguaje acompañado de un verbo fino es reconocido por la crítica, aunque también suele ser mordaz e irónico. Y es precisamente en ese punto que el poeta no puede sentirse ajeno al llamado de la justicia, al desenvaine de la política y al justo reclamo social. Demás está decir que el escritor no está exento a rendirse por amor a la familia, a los hijos, a los amigos, y claro está, a la imagen y esencia de la mujer. Y es allí, cuando el poeta deja explícita su destreza para ofrecernos imágenes emocionantes en cada línea como un juego bello de versos que se entrelazan entre sí y que luego parecen desbordar en cataratas. 

He aquí una amplia y amena entrevista al orfebre de la palabra y gatuno empedernido a través de un acercamiento más personal con sus idas y vueltas por la vida.


Winston, ¿qué recuerdos de tu niñez vienen a la mente?
De mi infancia recuerdo el sector de la ciudad en el que viví varios años, y donde, además, nací: “5 Esquinas”. Y lo escribo en muchos poemas, pero especialmente en “El floripondio”, donde digo: “Yo he nacido en los barrios populares”. Me refiero a los Barrios Altos que, quizá, lo fueron en algún tiempo, pero que ya habían empezado, en la década del 50 del siglo pasado, su decadencia irreversible. Asimismo, tengo imágenes de la Escuela Fiscal, 377, de la calle Naranjos, donde viví varios años.
Esa es la escuela donde te formaste escolarmente...
Tengo el orgullo de ser producto de la educación estatal: nada que ver con los colegios de curas. Ya dije que la Primaria la hice en la Escuela Fiscal 377, y toda la secundaria en el que fuera colegio Labarthe, al que le cambiaron de nombre por el del oligarca Pablo Cánepa –cosas del odriísmo- y luego recuperamos la onomástica original, y fue la Gran Unidad Escolar Pedro Labarthe.
Ajá... y cómo describirías tu adolescencia; eras un chico tranquilo o más bien inquieto.
Mi adolescencia fue, más bien, irrelevante, con tendencia al aislamiento: pienso en las raíces que, finalmente, me conducirían a la bienamada poesía.
Entonces, no bailabas. 

(sonríe) Bueno, sí, bailaba. Música cubana, por cierto, nada de “salsa”: “cha-cha-chá”, mambo y bolerazos, convenientemente “pegadito”; ah, y valses criollazos –soy de los Barrios Altos- del maestro Pinglo y otros poetas.

                                                Yo nací                                                                                                     Yo nací en una casa                                                                                     de múltiples familias.                                                                                 Eso era en Cinco Esquinas.                                                                       Allí ancló mi padre                                                                                       cuando en París                                                                                           los nazis marchaban                                                                                   jubilosos.                                                                                                                                                                                                                                   Y esto era en Cinco Esquinas                                                                    en un barrio sonoro sin pájaros                                                                ni aceras...                                                                                                                                                                                                                                 ¡Pero falta el tranvía!...                                                                                                                                                                                                          Tampoco está mi madre                                                                             hoy, octubre 14;  más los nazis                                                                 prosiguen                                                                                                       marchando (¡escucha hermano!)                                                           por Viet Nam, en Irák                                               por donde menos piensas
Hasta que llega la universidad ¿qué edad tenías cuando ingresaste?
Tenía 17 años. Ingresé el 58; recuerda que he nacido en 1941.
Y en ese ambiente es que empiezas a escribir poesía o ¿empezó en el colegio?
Hablando de poesía, stricto sensu, es un proceso que advino con la educación secundaria y, especialmente, con la universidad: antes había pergeñado innúmeros textos que son, propiamente, una suerte de prehistoria literaria. No he sido un niño prodigio: mi obra parte de mi formación, de mis próvidas lecturas, que ayudaron a moldear o modelar lo que sentía oscuramente.
Perteneces a una generación interesante de escritores y poetas: Calvo, Corcuera, Cisneros, entre otros ¿ustedes eran conscientes de ello?
Bueno, es la llamada Generación del 60: casi todos con simpatías políticas hacia la izquierda, aunque algunos mutaron. Entre los que se mantienen impertérritos, están Arturo Corcuera, Reynaldo Naranjo y el querido “flaco” Calvo, prematuramente desaparecido, tan buen poeta como Tenorio empedernido. No olvidemos que es la Generación del poeta-héroe Javier Heraud. Éramos conscientes de nuestro compromiso en los recitales numerosos en aquella época. Nada de poetas “malditos” ni iconoclastas de dos por medio

parados: arturo corcuera, lorenzo osores
llegando: paco bendezú
sentados: romualdo y winston orrillo
Foto: eduardo gargurevich

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¿Cuánto marcó a tu generación la muerte de Javier Heraud? 
La muerte de Javiercito fue un signo de la mutación del tiempo. Venían –como vinieron- los vendavales. No tuve la suerte de ser su amigo, pero luego he escrito mucho sobre él, y particularmente para reseñar el libro definitivo que, hace poco, publicó la muy querida Cecilia, la hermana entrañable. Hay que señalar que, por ahí, hay algunos que se llaman “poetas” que intentan, infructuosamente, mellar la imagen impoluta del autor de “El río”.
Tengo entendido que ingresaste a la carrera diplomática; ¿por qué la dejaste?
Yo ingresé al Ministerio de RR.EE. cuando el maestro Porras era Ministro. Era una cueva de lobos… y de lobas. Luego de la acción heroica de don Raúl, en la Conferencia de Costa Rica, en la que se negó a votar por la exclusión de Cuba de la OEA, quien firmó ese engendro fue un arácnido llamado Alvarado Garrido. El grupo de jóvenes intelectuales fieles al Maestro, fuimos estigmatizados. A mí me tocó pasar un par de años en la abominable Mesa de Partes, y no se quiso reconocer nuestros estudios de postgrado en Letras, pues, súbitamente, para ser diplomático había que ser …abogado o estudiante para rábula. El sueldo en Lima, además, era paupérrimo. Opté por dedicarme a mi San Marcos donde, pronto –tenía 23 años- fui como catedrático a la entonces –hoy se llama “Pedro Ruiz Gallo”-- Universidad Nacional de Lambayeque.
¿qué amigos o compañeros de entonces recuerdas?
Bueno, muchos. El más relevante es Oswaldo (Ovi) de Rivero, escritor y analista de política internacional. También recuerdo a Tim Montagne, Julián Torres y otros, todos embajadores. Ah, en la Cancillería coincidí con el gran escritor Carlos Eduardo Zavaleta.
Tú eres un izquierdista convicto y confeso; esta identificación se dio ¿por antología familiar o fue más un encuentro personal?
En efecto, soy un izquierdista convicto y confeso. Mi identificación –irreversible, irrenunciable- con la izquierda fue por la influencia universitaria, el reflejo de la gloriosa Revolución Socialista de Octubre, el ejemplo impertérrito de Cuba, Primer Territorio Libre en América. Eso nos volvió “rojos”, y no soy de los que –sobran las muestras- han derivado en rosaditos o en hipercríticos… jajajaja
¿Qué etapa de la vida política nacional marcó tu participación política?    
Los movimientos rebeldes de los estudiantes universitarios, el FER y la lucha por la recuperación de las riquezas nacionales, enajenadas al imperialismo yanqui: concretamente, la IPC. Y, asimismo, los movimientos campesinos, liderados por el querido Hugo Blanco, a quien entrevisté en El Frontón, y el advenimiento del ELN, liderado por el comandante Héctor Béjar. El inicio de las guerrillas, la muerte heroica del eterno poeta joven, Javiercito Heraud Pérez.
¿fuiste parte de algún órgano partidario en particular?
Mantengo mi simpatía y adhesión al Partido de Mariátegui, Vallejo, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Louis Aragón. Esto es irreversible, en las buenas y en las malas. En Moscú escuché una frase de Brezhnev, que hago mía: practico la filosofía del optimismo histórico. No hay causa justa a la que no me adhiera: Cuba, Nicaragua heroica y Sandinista, República Bolivariana de Venezuela, República Plurinacional de Bolivia, Ecuador y su Revolución Ciudadana, Uruguay de Pepe Mujica; El Salvador, donde gobierna un ex combatiente guerrillero; el querido Brasil de la respetable combatiente, Dilma Roussef. Argentina con su presidenta asediada por el pasado vergonzante. Palestina y su gesta heroica. Antes fue Vietnam, cuya poesía luchadora fui el único que publicara, en forma de libro, en el Perú, con traducción del gran poeta cubano Félix Pita Rodríguez. Ah, y la bienamada República Popular Democrática de Corea, que hiciera morder el polvo de la derrota al imperialismo genocida, en la guerra de los 50s.
Como intelectual ¿cómo ves la evolución de la izquierda en los últimos tiempos en el mundo y en el Perú?
La evolución de la izquierda, en los últimos tiempos, tiene que ver, me parece, supongo, con los triunfos que, en Nuestra América se vienen produciendo, a partir del 1 de enero de 1959 con el advenimiento de Cuba socialista. No obstante ello, el pecado original de nuestros izquierdistas folklóricos ha sido el individualismo, el afán personalista, el narcisismo, la desunión. Recuerdo las indelebles palabras del heroico comandante Tomás Borge Martínez: “si no se unen, se hunden”, bueno, por lo menos era la idea. Y hasta ahora no se han unido, y ya estamos ad portas de un nuevo proceso electoral…
A estas alturas de tu vida, ¿qué impresión te da la apertura diplomática entre Cuba y Estados Unidos?
Bueno esta “apertura” (imperfecta aún) diplomática es una victoria de la Patria de Martí y de Fidel. Que devuelvan Guantánamo y suspendan las restricciones comerciales. Y que no joroben los yanquis con sus galimatías de la democracia y la “libertad”, que tanto les falta a ellos.
Eres uno de los pocos intelectuales que siempre evoca el pensamiento de José Carlos Mariátegui y de José Martí, ¿cuán presentes crees deben estár en las nuevas generaciones de Latinoamérica?

Tengo un libro sobre Martí y Mariátegui, que fue mi tesis doctoral en la Facultad de Letras de San Marcos, y que obtuvo Mención en el Concurso Casa de las Américas, y fue recomendado, por un exigente Jurado Internacional, como de “lectura necesaria” para los jóvenes, precisamente, latinoamericanos. Los dos tienen – Martí y Mariátegui- obras, pensamientos, actitudes paradigmáticas. Eso explica, quizá, que mi librito tenga 3 ediciones, la 3ª publicada en La Habana y Caracas. La lectura y la aplicación de sus pensamientos, creo, son cada vez más urgentes, cada vez más necesarias. 

Bastaría con recordar los versos del primero: “Con los pobres/ de la tierra/ quiero yo/ mi suerte echar.” Y el conocido pensamiento de nuestro Amauta: “El socialismo, en América, no será calco ni copia, sino creación heroica.” ¿Alguna duda? Mi libro se llama: Martí/Mariátegui: Literatura, Inteligencia y Revolución en América Latina.

Pasemos a tu poesía; quiero hacerte notar que, desde que empezaste hasta el día de hoy sigues clamando justicia a través de tus libros, ¿es importante para ti que tus lectores se mantengan despiertos en este punto?
Pido justicia desde y con mi poesía, porque si vivimos en un mundo –como el actual- de explotación del hombre por el hombre, no hemos avanzado un ápice en la superación del aberrante y actualísimo “homo homini lupus”: el hombre es un lobo para el hombre.
Y en el terreno del amor, haces menciones a Pablo Neruda, pues tu poesía tampoco escapa del amor filial cuando escribes Madre
En el amor menciono a Neruda, a Paul Eluard, a Vallejo, a Romualdo, a Valcárcel, a Corcuera, y el amor filial es aquel que rinde culto a nuestros orígenes entrañables.
Ok, del mismo modo, atrapas a tus lectores bajo tu inspiración erótica, por ejemplo en “Mujer comible”... al que acompañas con cierto humor

Ah, recuerdas mi poema “Mujer comible”, pues no es erótico, sino que se subsume en la onda de la culinaria actual: sostengo que el amor es, en definitiva, un “devorarnos los unos a los otros”. Salvo mejor parecer... Jajajá. 

Es que el humor es un anticlímax para no lucir –no lo somos- engolados, académicos. El humor es cardinal para la propia vida. Y yo le llamo, a veces, antiestrés.

Mujer comible

Almendra / transitiva / granero / y tegumento

concupiscible / y mío. / /  Galvanizado paso: /

desordenas al cosmos... / Sólo / los entremeses

de tu cuerpo / me bastan / y un poco / de café

de tus ojos / oscuros. 

Ergo, tus gatos tampoco se evadieron de quedar perennizados, allí están "León" y "Benita", cada uno con su respectivo poemario.

“León”, mi primer gato, es abuelo de “Benita” (para la que trabajo un segundo libro). Aunque, cada vez más, dudo de su condición de felinos y de que yo sea su dueño: más bien, creo, ellos son los amos, y yo hago lo posible para que me permitan vivir y aprender de su pensamiento zahorí. “León” protagonizo mi primer libro de la especialidad, de 2004: “Poemas para un gato".


Tallado en sueños Gato / tallado / en sueño / y longilíneo. / Alado / espadachín / del devaneo. / Espejo / de mis gávidos / tatuajes. //  Siroco / de la luz / multiplicada. / Montas / oh montaraz / en las estrellas//Y afilas / sí / los cuernos / de la  luna. [...]

El poeta y su gato león.


Cuéntanos, ¿por qué el título de última antología “Poemas desconcertados”?
Esta pregunta de la esencia del título “Poemas desconcertados”, me la han hecho muchas veces, y yo mismo quisiera saber su entraña. Lo que me viene ahora es que, la vida misma, cuando es auténtica, es un permanente “desconcierto”, y como mi poesía es muy vital, pues aprehende el “desconcierto” que nos envuelve, que nos rodea. Vuelvo a mi “desconcierto” con respecto a los gatos o a la mujer como alimento incoercible.
A 50 años de haber ganado el II Concurso de “El Poeta Joven del Perú”, ¿qué sentimientos te trae todo eso?
Hace 50 años…en efecto. Uno gana premios y, a la vez, enemigos: todos los que se presentaron con la ilusa seguridad de ganar. Es importante decir que era el II Concurso “El Poeta Joven del Perú”, que organizaba la trujillana revista “Cuadernos Trimestrales de Poesía”, dirigida por el vate Marco Antonio Corcuera (+). El I Concurso fue en 1960, y lo ganaron, igualmente como el de 1965, una dupla de liridas: nada menos que Javier Heraud y César Calvo. Esta vez, en 1965, lo obtuvimos Manuel Ibáñez Rossaza (+) y yo. Otras distinciones las obtuvieron Luchito Hernández y Juan Ojeda (+), que devino en mi enemigo, junto con su cohorte de amigos y colegas, por razones obvias Explico que yo no vivía en Lima. Era catedrático en Chiclayo. Y el Jurado, entre otros prohombres de la Literatura lo formaron Alberto Escobar y Paco Bendezú, amén del Director de la Revista convocante. Una anécdota periodística: como era, diciembre, época de vacaciones, yo estaba en Lima, y recibí la llamada telefónica con el anuncio del premio. ¿Saben qué día era? 19 de diciembre, fecha de mi cumpleaños (y como dato, igualmente de Xano Romualdo, Pablo Macera, Leonid Ilich Breznev…y Juan Landázuri Ricketts, jefe de la Iglesia Peruana: qué diferente con la bestia de Cipriani.)
Felicitaciones por esos 50 años, Poeta.

Gracias!!

edicion universidad de san marcos (1970)

ediciones capuli. lima, perú (1981).

ediciones la gata indócil;. lima, perú (1985)

lima, perú (1982).

ediciones vicio perpetuo. lima, perú ( 2013)

hipocampo editores. lima, perú ( 2014).


Escrito por

Tania Temoche

Periodista. Egresada de la Maestría Escritura Creativa. Ha publicado poesía, artículos y entrevistas literarias.


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