#ElPerúQueQueremos

mahmoud darwish en medio de un recital poético

Mahmoud Darwish, la voz universal del poeta palestino

«Todos los corazones de la humanidad son mi nacionalidad, si quieren quítenme el pasaporte»

-Mahmoud Darwish

Publicado: 2013-11-11

Palestina está a pocos días de celebrar su vigésimo quinto aniversario como Estado y me trae a la memoria la imagen del poeta más importante del siglo XX que ha brotado en tierras del medio oriente, el referente intelectual que ha tenido más repercusión a nivel internacional, el palestino Mahmoud Darwish. Sus obras han sido traducidas a veintidós lenguas y obtuvo numerosos reconocimientos, destacando el Premio Lotus (1969); el Premio de la Paz de Lenin (1983), el haber sido nombrado Caballero de las Artes y las Bellas Letras de Francia (1997), y el Premio de la Fundación Lannan a la Libertad Cultural (2001). También escribió la Declaración de Independencia de Palestina que fue proclamada en Argelia. En Darwish se fusionaron su vida, su patria, el exilio, la ocupación, y la poesía. De su vena artística nació la prosa rebelde, que cambia la forma en que vemos al mundo, todo envuelto en una belleza y ritmo inconmensurable, propio de los grandes que se van pero que se quedan para siempre en sus obras.

Hijo de padre terrateniente musulmán y madre analfabeta originarios de al-Birwa de Galilea, vio la luz un 13 de marzo de 1941. Fue el segundo de ocho hermanos. Su familia poseía tierras de cultivo cerca de las costas de Acre durante los años en que los ingleses ejercían la administración territorial de la zona. Tras la retirada del ejército británico en 1948, la aldea fue invadida y destruida por el ejército israelí; Darwish tenía apenas siete años, edad en que se inicia la experiencia más dramática para cualquier ser humano: vivir un largo exilio de la patria; él y su familia huyen hacia el Líbano y nunca más volvieron a ver a su pueblo como tal. Birwa es destruida completamente para ser ocupada por dos colonias israelíes. Sin embargo, luego de un año la familia regresa de modo clandestino a las aldeas Dair-al-Asad, territorio del recién creado Estado de Israel. Darwish retoma la escuela primaria luego de haber dejado el Líbano, entre huída y huída continúa sus estudios en la aldea Al-Yadida. La familia es descubierta por los agentes israelíes, por lo que pasan a refugiarse en Kafr Yasif, poblado donde concluye su secundaria. Darwish recuerda su paso por el colegio de la siguiente manera:

«Yo tenía 12 años de edad. Mi pueblo estaba bajo el régimen militar israelí. Yo era el primero de mi aula y fui invitado durante la celebración de la independencia de Israel para leer algo que escribí. Era, por supuesto, un poema que reflejaba nuestra situación como árabes obligados a celebrar el Día de la Independencia de Israel. Al día siguiente, el gobernador militar me llamó a su oficina y me regañó por escribir tal poema. En lo que a mí concierne, lo que escribí y leí fue lo que sentía que era la verdad. Yo era inocente y no tenía idea de que hablar era peligroso. El incidente me hizo preguntar: ¿El Estado fuerte y poderoso de Israel se molesta por un poema que escribí? Esto debe significar que la poesía es un asunto serio. Mi acto deliberado de escribir la verdad tal como la sentía, profunda y honestamente, era una actividad peligrosa».

En los albores de sus veinte años se refugia en la lectura de autores clásicos palestinos e ingresa al activismo político a través del Partido Comunista de Israel, en un territorio que se siente ciudadano de segunda categoría. Publica su primer poemario “Pájaros sin alas” (1960); asombrosamente lírico. Funda y co-edita la revista Al Fayr y empieza a publicar su poesía en el diario Al Yadid. Dos años después publica su segundo poemario “Hojas de olivo” (1964); aquí la métrica y la musicalidad se funden con el mensaje que transmite el padecimiento psicológico y físico de los palestinos que viven sometidos al Estado de Israel.

En 1966 publica “Enamorado de Palestina”, de estilo delicado y nostálgico. A partir del siguiente año da un salto poético en su obra “Fin de la noche”, muy ligado al ambiente natural de su lugar de origen con asombrosa madurez y universalidad.

En esta fase de intensa creatividad, al poeta se le hace difícil convivir con las autoridades israelíes, pues lo consideran peligroso para su statu quo; le acosan, amenazan, censuran y persiguen; sufrió varios arrestos por sus publicaciones en diarios y revistas, en las que revelaba su crítica y sublevación hacia la ocupación de Palestina. Tras salir de prisión, el poeta se desempeñó como editor del periódico Ittihad”hasta 1971, año en que se exilia en la ex Unión Soviética para continuar viaje por Egipto, donde se desempeñará como periodista en el diario El Cairo Al-Ahram. Seguidamente se establece en Beirut para dirigir el Centro de Investigación de Estudios Palestinos, y es en este período que se incorpora a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), apoyando desde las divisiones de investigación y publicaciones. A partir de estos hechos, Mahmoud Darwish se consagra como la voz de su pueblo, el poeta nacional de Palestina.

Ante la invasión israelí en Beirut el poeta se refugia en París, allí experimentará nuevas formas y ritmo en su poesía, alcanzando su madurez creativa con piezas de exquisitas perfecciones de gran sonoridad e intensidad, como “Elogio de alta sombra” (1983), y “Menos rosas” (1986).

Cuando un periodista francés le preguntó —¿Puede la poesía ayudar a que un pueblo conserve su identidad incluso en las peores dificultades de supervivencia?— el poeta respondió: «No creo que la poesía tenga un papel vidente en la lucha nacional. Su influencia no es inmediata, constituye un viaje permanente entre culturas, tiempo y espacios. En ese sentido yo no creo en una poesía nacional. Dado que el poeta es el hijo de una época y de una lengua, contribuye sin duda a dar forma a la identidad nacional de un pueblo al desempeñar un papel de orden cultural, pero no tiene porqué incitar nada […]».

A inicios de la década del noventa el poeta desarrolla una lírica mucho más ambiciosa y absoluta. Publica “Once astros” en 1992, obra en la que despliega largos poemas sonoros, cadenciosos y simétricos; en cada estrofa proyecta la diversidad de los orígenes culturales dentro de un espacio temporal marcados por grandes experiencias de la humanidad, desde lo histórico a lo mítico.

En 1996 regresa a Palestina, a vivir en Ramallah con la autorización del gobierno israelí. Allí dirige la revista literaria Al-Karmel”(El Carmelo). Publica su primera colección de poemas de amor: “El lecho de una extraña” (1999) y“”Jidariyya” (Mural[2000]), libros considerados como obras arquitectónicas por su exquisita finura y visualización, y a la vez de estructura sólida y de gran precisión; sobre todo el último poemario, basado en las experiencias y sensaciones del autor cuando se encontraba cercano a la muerte en 1997.

El autor no sólo escribe poesía sino también publica un libro con la compilación de varias entrevistas a lo largo de sus años de exilio “Palestina como metáfora”, sobre esto el escritor declara «Esa metáfora permite decir cosas sobre la poesía: la relación del ser humano con su historia, con su existencia, con la naturaleza, consigo mismo, así como su lucha por las libertades individuales y colectivas. Para mí, Palestina es sólo un espacio delimitado geográfico. Remite a la búsqueda de la justicia de la libertad, de la independencia pero también a un lugar de la pluralidad cultural y de coexistencia. La diferencia entre lo que yo defiendo y la mentalidad oficial israelí – incluso diría la mentalidad dominante hoy en Israel- es que esta última conduce a una concepción exclusivista de Palestina, mientras que, para nosotros, se trata de un lugar plural, ya que aceptamos la idea de una pluralidad cultural, histórica y religiosa en Palestina. Este país la heredó. Nunca fue unidimensional ni perteneció a un solo pueblo. En mi escritura, me confieso hijo de varias culturas sucesivas. Hay lugar para las voces judía, griega, cristiana y musulmana. La visión opuesta concentra toda la historia de Palestina en su periodo judío. No tengo derecho alguno a criticar la concepción que ellos tienen de sí mismos. Pueden definir su identidad como deseen. El problema es que esa concepción de la identidad significa la negación de la del otro. Eso nos impide vivir libres e independientes […]».

En el 2006 le preguntaron si era inevitable que surja el problema palestino si se habla con el escritor de literatura, a lo que contestó: «[…]cuando se habla con un poeta americano no se le pregunta por la política norteamericana. Pero comprendo que el problema en mi tierra es tan largo, tan enquistado y tan doloroso que cualquier palestino quiere hacer algo por poco que sea. Pero me niego a que el único tema existente en la poesía palestina sea el conflicto. Es cierto que todo poeta tiene unas circunstancias históricas concretas pero, si es un buen poeta, tiene que abstraerse para ir de lo concreto a lo universal. Mi última colección de poemas, por ejemplo, trata de las flores de los almendros. Estoy cansado de algunos intelectuales que quieren encasillarme como un poeta político directo».

Durante el asedio del ejército israelí en la ciudad de Ramallah que se produjo en el 2002, Darwish como muchos palestinos vivieron cercados sin la posibilidad de salir de sus domicilios y con la constante amenaza de perder la vida, por esta situación de extrema tensión recibió la visita solidaria de una delegación del Parlamento Internacional de Escritores (desactivado tiempo después, se dice que por presiones del Estado de Israel), presidida por el entonces novelista norteamericano Russel Banks e integrada por los premios Nobel, Wole Soyinka , el ya fallecido José Saramago, entre otros importantes escritores.

Para el poeta español Jorge Gimeno, Mahmud Darwish representó al poeta más destacado de la cultura árabe. «Su obra tiene la seña asociada a los sobrevivientes: la de seguir adelante, la de salir siempre corriendo en otra dirección, en busca de rupturas cualitativas. Carisma y visión prístina son sus sellos distintivos; amor a la composición, un constante afán de experimentación musical. Víctima de una historia deshumanizada, el hombre darwishiano se rebela contra lo histórico y su lenta socavación del individuo, busca lo universal, el lugar de encuentro de lo propio con lo ajeno. En los tiempos que corren, es admirable encontrarse con un poeta como Darwish, que no ha renunciado al valor cognitivo de la imagen poética; que sigue escribiendo consciente de ese valor y de ese poder, y que no renuncia a la función básica de la poesía: la de existir».

Mahmoud Darwish, partió a la inmortalidad el 9 de agosto de 2008 en un hospital de Houston después de someterse a una cirugía de corazón abierto. Fue una muerte muy dolorosa para el pueblo árabe y, en Cisjordania y Gaza se declararon tres días de duelo. Hoy, no solo lo recuerda Palestina, lo añora toda la humanidad apegada a la libertad y al universalismo. Sus obras poéticas se yerguen cada día con mayor fuerza.

Aquí una muestra de sus poemas:


A MI MADRE (1966)
de “Enamorado de Palestina”

Añoro el pan de mi madre,
El café de mi madre,
Las caricias de mi madre…
Día a día,
La infancia crece en mí
Y deseo vivir porque
Si muero, sentiré
Vergüenza de las lágrimas de mi madre.
Si algún día regreso, tórname en
Adorno de tus pestañas,
Cubre mis huesos con hierba
Purificada con el agua bendita de tus tobillos
Y átame con un mechón de tu cabello
O con un hilo del borde de tu vestido…
Tal vez me convierta en un dios,
Sí, en un dios,
Si logro tocar el fondo de tu corazón.
Si regreso. Tórname en
Leña de tu fuego encendido
O en cuerda de tender en la azotea de tu casa
Porque no puedo sostenerme
Sin tu oración cotidiana.
He envejecido. Devuélveme las estrellas de la infancia
Para que pueda emprender
Con los pájaros pequeños
El camino de regreso
Al nido donde tú aguardas.


ELLA NO LLEGÓ
(traducción de Yassin Kaoud)

Escuchen al genio enojadísimo porque ella no llegó,
y que castigo mereció por este gravísimo crimen.
No llegó,
Dije: y no vendrá.
Entonces,
Reordenaré la tarde,
Como corresponde a mi decepción y su ausencia,
Apagué las llamas de sus velas,
Encendí la luz eléctrica,
Tomé su copa de vino y la destruí,
Cambié la música rápida de violines por canciones persas.
Dije: no vendrá..
Quitaré la elegante corbata,
Así me relajo más.
Me visto con una piyama azul,
Camino descalzo si quisiera,
Me siento relajado de rodillas en su sofá,
Entonces me olvidaré de ella,
Y me olvido de todas las cosas de la ausencia.
Devolví a los cajones,
Todo lo que preparé de instrumentos para nuestra fiesta,
Abrí todas mis ventanas y cortinas,
No hay secretos en mi cuerpo ante la noche,
Salvo lo que esperé y perdí
Me burlé de mis obsesiones de limpiar el aire por ella
Lo perfumé con las brisas de rosas y del limón
No vendrá
Voy a trasladar la flor de la orquídea,
Desde el lado derecho hacia el lado izquierdo
Para castigarla por su olvido
Cubrí el espejo del muro con un abrigo
Para que no vea los rayos de su foto y me arrepiento
Dije: me olvidaré todo lo que tomé prestado para ella,
De los antiguos poemas de amor
Porque ella no se merece un poema, ni que fuera robado
La olvidé… y comí mi porción de comida rápida de pie,
Leí un capitulo de un libre escolar,
Sobre nuestros planetas lejanos,
Y escribí para olvidar su ofensa un poema,
Este poema.


PASAPORTE (1970)

No me han reconocido en las sombras que
difuminan mi color en el pasaporte.
Mi desgarrón estaba expuesto
al turista amante de postales.
No me han reconocido… Ah, no prives
de sol a la palma de mi mano,
porque el árbol
me conoce…
Me conocen todas las canciones de la lluvia,
no me dejes empalidecer como la luna.
Todos los pájaros que ha perseguido
la palma de mi mano a la entrada del lejano aeropuerto,
todos los campos de trigo,
todas las cárceles
todas las tumbas blancas
todas las fronteras
todos los pañuelos que se agitaron,
todos los ojos
estaban conmigo, pero ellos
los borraron de mi pasaporte.
¿Despojado de nombre, de pertenencia,
en una tierra que ha crecido con mis propias manos?
Job ha llenado hoy el cielo con su grito:
¡no hagas de mí un ejemplo otra vez!
Señores, señores profetas,
no preguntes su nombre a los árboles,
no preguntes por su madre a los valles:
de mi frente se escinde la espada de la luz,
y de mi mano brota el agua del río.
Todos los corazones de la humanidad… son mi nacionalidad:
¡retirádme el pasaporte!


Escrito por

Tania Temoche

Periodista. Egresada de la Maestría Escritura Creativa. Ha publicado poesía, artículos y entrevistas literarias.


Publicado en